
La polémica frase empezó a recorrer la red causando mucho furor entre los internautas. Los más avispados no dudaron en sacar algún beneficio y en menos de veinticuatro horas ya se podían adquirir camisetas con la frase del vicepresidente a un precio de 17 euros. Un suceso que no es nada novedoso pues no se trata del primer político americano que hace uso de un lenguaje inadecuado. El antecesor en el cargo de Biden, Dick Cheney, ya mandó a “joderse” a un senador demócrata en el Congreso. Por no hablar de la salida de George W. Bush en 2000 cuando por un descuido los micrófonos pudieron recoger su descripción de un periodista como un “cabrón de marca mayor”.
La reforma sanitaria de Estados Unidos produce este tipo de reacciones no sólo en políticos sino en cualquier ciudadano de a pie. Fue uno de los pilares de la campaña del presidente Obama y su credibilidad pende de sí se lleva a cabo o no. Un proceso tan importante como éste es necesario en un país que no tiene Seguridad Social y que divide a unos y a otros, a ricos y a pobres, y no duda en desfavorecer a estos últimos. Un nuevo paso hacia delante propulso la reforma al ser aprobada por un margen muy escaso de 219 votos a favor frente a 212 en contra en el Congreso. El coste de la ley ascenderá en diez años a 938.000 millones de dólares que se sustentará con una subida de los impuestos a las empresas. La reforma sanitaria puede describirse de muchas formas pero quizás la más instintiva sea decir que es una reforma de “puta madre”.
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